27-08-2010

Ciudades: Ivanovo, El corazón textil ruso

por JcScG

El proceso de acelerada urbanización mundial, que lleva a que más de la mitad de la humanidad viva en contextos urbanos (en 1900 lo hacía solo el 2%), creándose metrópolis cada vez más grandes, como si fuera la consecuencia natural de una evolución cultural, esconde una realidad extremadamente compleja.

En este contexto, a comienzos de los años 90's un cuarto de todas las ciudades del mundo (con más de 100.000 habitantes) perdía población, principalmente en los países industrializados. Es decir, se contraía demográficamente. Así por ejemplo, existen "contracciones" demográficas paradigmáticas como la de Saint Louis, Pittsbourgh o Detroit, en los Estados Unidos, cada una de las cuales perdió cerca del 50% de su población en unas cuantas décadas.

Generalmente, sea en los Estados Unidos, en el Reino Unido, en Alemania o Italia, estos fenómenos se encuentran relacionados con la crisis de la sociedad industrial de los años 60's (y 70's), que llevó a cerrar, relocalizar y reestructurar los emplazamientos industriales, haciendo innecesario contar con tales volúmenes de personas. Sin embargo, los motivos por los cuales muchas ciudades no solo no logran atraer población, sino que expulsan a la que tienen, son tan diversos como los contextos en que ello ocurre.

Existe en la Rusia europea una ciudad que una vez fue el corazón textil de toda la Unión Soviética. Fundada en 1561, es la ciudad donde, por ejemplo, se creó el primer "soviet" en 1905, gracias a la presencia numerosa de obreros industriales. Esta ciudad es Ivánovo, ubicada a unos 300 km al noreste de Moscú. Si bien, constituía un centro industrial importante desde tiempos de los zares, la ciudad tuvo un crecimiento explosivo durante la existencia de la Unión Soviética, llegando a ser una prospera "ciudad industrial".

A diferencia de sus pares occidentales, el carácter centralizado de la economía de la Unión Soviética, hizo que la "crisis de la industria" apenas se sintiera en Ivánovo, la cual sufrió los efectos de la restructuración económica recién una vez que se desmoronó el bloque soviético. Por medio de las reformas liberales, de la privatización de las empresas, de los bloques de vivienda social y la reducción del gasto público y del tamañao del Estado, las industrias de Ivánovo, sin poder contar siquiera con el algodón uzbeko, en pocos años mostraron ser ineficientes y economicamente insostenibles. En pocos años la ciudad pasó de tener 1.100.000 habitantes, a contrar únicamente 450.000, luego de que cerraran las grandes industrias textiles.

A pesar de estar ubicada en el llamado "anillo de oro industrial", en torno a Moscú, en la actualiadad la ciudad se caracteriza por ser una de las zonas más deprimidas del país. Así como, por la migración constante de su población joven (particularmente aquella instruida), por sus altas tasas de desempleo, por una reducción de la natalidad, por contar con grandes areas degradas y abandonadas en la ciudad. Paralelamente, la ciudad experimenta procesos de fragmentación espacial y de una creciente conflictidad social, la cual se traduce además, en el aumento de la influencia de las agrupaciones religiosas (cristianas y musulmanes).
Hacia fines de los años 90's, la ciudad producía solo el 22% de lo que hacía en 1989. Peor aun, algunas industrias funcionan tan solo para mantener en funcionamento la ciudad, a pesar de ser improductivas, por lo cual se pagan salarios bajísimos, que no alcanzan para cubrir las necesidades básica, reproduciendo una pobreza estructural. Otras, en cambio, fueron transformadas e centros comerciales y otras fueron abandonadas y lentamente desmanteladas.

2010

Imágenes:
1.- Ruinas industriales en Detroit. Foto de Wes Booden, Flickr, derechos reservados.
2.- Establecimiento industriales en Ivánovo. Foto de Marina Semenikhina, Flickr, derechos reservados.
3.- Centro de Ivanovo.



Notas:
Véase http://www.shrinkingcities.com/ivanovo.0.html?&L=1





22-08-2010

Incertidumbre. Futuro, tenemos un problema

Incertezza. Futuro, abbiamo un problema (versione in Italiano)
por JcScG

En la gestión de las crisis se evidencian los límites sociales de la aplicación de los modelos de política y de economía. América Latina ha conocido, con anticipación algunas de los virajes impuestos a nivel mundial en los años 90's, y ofrece una ocación especial para reflexionar sobre un problema más general: la dificultad a la hora de tratar el futuro.

La "predicción" parecía ser la forma necesaria, para para ocuparse de la sociedad, desde comienzos del siglo XX, cuando en cambio la economía se mostraba ser incapaz de hacer predicciones certeras. Una debilidad que se manifiestó con toda su fuerza con la crisis del '29 y que contribuyó a la confirmación de una modalidad particular de políticas, en las cuales la intervención del Estado era considerada el complemento natural, para hacer frente a la incapacidad predictiva de las fuerzas y de los actores sociales.

Pero no por ello disminuyó el deseo de vaticinar el futuro: a partir de los años 50's, bajo la estela del "kenesianismo" se multiplicaron los modelos teóricos que buscaban hacer encuadrar el cerco ,entre procesos económicos difícilmente controlables y exigencias de desarrollo. De este modo se llevaron adelante, por ejemplo, la estrategia de los "polos de desarrollo" en el sur de Italia y el "desarrollismo" en América Latina, bajo el gran paraguas de la CEPAL.

Sin embargo, también en esta oportunidad, la confianza no duro por mucho tiempo: ya desde los años 60's gana terreno la idea de que no es posible ofrecer modelos interpretativos generales, que sean capaces de responder a los problemas emergentes y al mismo tiempo de planificar los desafíos a largo plazo. Y a las cuestiones sociales, se le suma la problemática ambiental, dos de los campos mayormente afectados por la incapacidad de las ciencias económicas, por una parte, y de la política por otra, para hacer frente a las crecientes dificultades.

Con posteriordad, las crisis de 1969-73 fue vista como un efecto de la sobreestimación, por largo tiempo, de las posibilidades efectivas de control; y como el fin de las esperanzas puestas en un modelo de desarrollo "keynesiano", en el cual todavía se presumía posible perseguir la maximización de las ventajas colectivas. Los efectos sociales y territoriales de dicha perdida de confianza se hicieron sentir de manera de manera asincrónica, sea a nivel estrcutural como a nivel local, al menos hasta fines de los años 80's y los años 90's, cuando las políticas de inspiración neoliberal se volvieron hegemónicas, sobre la base de la recuparación de la economía global.

Dejando a las espaldas la herencia del periodo de las grandes intervenciones del Estado en la economía, se pudo abrazar con gran optimismo la idea de la desregulación, apuntando más al crecimiento económico y menos al desarrollo. La austeridad fiscal fue una de las respuestas que los contextos urbanos (en especial en los anglosajones) tuvieron que enfrentar, incidiendo sobre todo en el gasto público. De este modo nace la alianza entre agentes públicos e inversionistas privados como mecanismo de revitalización de las frágiles economías urbanas.

Por ejemplo, principios como la "partnership", desde entonces, han influenciado las políticas de la Comunidad Europea, de los años 90 en adelante. Una vez más América Latina ejemplifica nitidamente este paso, en el cual el sector privado reemplaza al Estado como motor del desarrollo urbano, sea por medio de la liberalización del suelo, la flexibilización de las normas o por la conseción de obras públicas. Sería fácil argumentar que en el modelo que ve las ciudades como el motor de la economía, los grupos de poder (lobbies) locales, nacionales y globales, que actuan en compotencia entre sí, negociando posiciones y ocasiones con el estado; serían los que estarían dando forma a las ciudades contemporáneas y a sus nuevos problemas. Al menos hasta ahora, momento en el cual las ciudades pasaron de ser el motor de la economía al catalizadores de la crisis global de 2008.

En todo este contexto, lo que fue pasado por alto en la planificación de las intervenciones urbanas, al menos desde hace los años 50's, es la complejidad social, histórica y cultural intrínseca a las ciudades. Dado su carácter heterogeneo, la complejidad se vuelve más problemática cuando se enfrentan situaciones de crisis. La complejidad única de cada contexto local se presenta, entonces, como un problema que se añade a la incertidumbre inerente al sistema económico. Un problema que, sin embargo, puede contener en sí mismo las respuestas, siempre que sea incluido como parte de una estrategia sostenible a largo plazo.

No obstante, una de las grandes dificultades en este sentido, es que la consecuencia de los fenómenos exonomicos y de las transformaciones sociales, no se evidencia de inmediato en la forma física de las ciudades, y muchas cosas se hacen evidentes cuando ya es demasiado tarde. En general, los modelos de gestión de la crisis seguidos por la disciplina económica, han insistido, hasta ahora, en buscar el modelo interpretativo más sofisticado posible para poder controlar la realidad. Probablemente, sería oportuno desarrollar metodos mejores, y más específicos, para gobernar la complejidad.

2010


Imágenes
1.- George Grosz, "Grauer Tag", (día gris) 1921.
2.- Area industrial abandonada, ruinas de la ex-siderúrgica Italsider de Bagnoli, Napolés, Italia.


Nota:
Original en italiano, aparecido el 27 de febrero de 2010, en Daily Planum n°3, suplemento de "Planum - The European Journal of Planning", en el marco de la XIII Conferencia de la Sociedad Italiana
de Urbanistas (SIU), llevada a cabo en el Departamento de Estudios Urbanos de la Universidad Roma Tres.

15-08-2010

Apuntes n° 2: ¿Qué pasó con el fin de la territorialidad?


Por JcScG

Hacia fines de los años 90s, cuando se hacía alusión al explosivo crecimiento de las redes de comunicación y su impacto en todas las esferas de la vida social, era fácil caer en la tentación de pensar que se asistía al proceso de superación de la territorialidad. El fin de las jerarquías territoriales, que proponía, entre otros Baigorrí(1); el cual conllevaría a la reformulación de la espacialidad a partir de ciertas coordenadas culturales virtuales (cibercultura), que se extienden por todo el globo.

Esta visión se fundamentaba en el supuesto de que la configuración sociocultural contemporánea se caracterizaba por la presencia de una estructura no jerárquica (horizontal), carente de un centro fijo, flexible y adaptable, que podía ser concebida como un espacio “alternativo” (espacio virtual). Este “espacio” venía a transgredir la topología del mundo que nos acostumbramos a habitar, ofreciendo una espacialidad virtual, en la que los territorios conocidos quedarían abolidos. En este marco, el espacio no constituiría un “a priori”, como tradicionalmente se tendía a concebir, sino una imagen. Ni real, ni irreal, simplemente virtual(2).

Lógicamente la “realidad virtual”, como espacio nuevo donde se desarrollan las relaciones sociales y de intercambio (de bienes, servicios e información), es una entidad desterritorializada capaz de engendrar varias manifestaciones concretas, e incluso comunidades enteras, en distintos momentos y lugares, sin por ello estar ligada a un lugar o a un tiempo específico. Pues, “la universalización de la cibercultura propaga la co-presencia y la interacción de cualquier punto del espacio físico, social e informacional” (Levy, 2001) (3).

En este sentido, sería irrelevante si se vive en Montreal, Teherán o Budapest, para participar de una comunidad determinada o de las alternativas que ofrece esta otra dimensión de la realidad. Una dimensión resignificada y codificada de tal forma que todo parece poder estar disponible en cualquier parte todo el tiempo. Por lo cual resultaría imposible fijar la realidad en alguna coordenada espacio temporal concreta.

Ahí sería donde la territorialidad comenzaría a palidecer. Si no fuera porque que los contextos territoriales (y las condiciones materiales de vida) de cada comunidad o persona, no son sólo importantes para los excluidos por la “brecha digital(4), sino también para aquellos que estando integrados a las redes globalizadas de información, deambulan en la bi-dimensionalidad (entre lo material y lo virtual) de la realidad sin aparente conflicto.

Después de haber participado en un foro sobre historia usuarios de Latinoamérica, de haber visto en directo un partido de la Champions League jugado en Londres, de haber leído los titulares de la prensa de Estados Unidos, de haber realizado transacciones financieras en un Banco chileno, de relacionarse solo por Twitter o Facebook, de haber conversado con un familiar en España por Skype, de haber comprado un libro on-line en una librería de Turín y de haber vendido un sombrero por E-Bay a un comprador inglés; después de hacer todo eso sin salir de su departamento en Roma, una persona fácilmente puede sentirse afectada por el cierre de un supermercado en su barrio, por el derrumbe de un edificio que asociaba a su niñez, por el cambio de tráfico de una calle, por la huelga de los basueros o por la simple instalación de un letrero de no estacionar frente a su casa.

Pero no solo ello. La emergencia del calentamiento global como tema en la agenda pública, o del terrorismo como tema de preocupación mundial, le devolvieron al territorio en poco tiempo una centralidad que había ido perdiendo durante las últimas dos décadas. La recesión económica que siguió a la crisis financiera de 2008, no hizo sino confirmar esta tendencia, haciendo relucir una serie de problemas urbanos que en muchos lugares se creían desterrados o controlados, tales como altas tasas de desempleo, la marginalidad, la pobreza o la violencia urbana.

Es decir, independiente de cuan integrado se esté a las redes mundiales de información, de cuan globalizadas sea las ciudades contemporáneas y cuan homogénea la cultura que se consume en todo el mundo, hasta que no seamos capaces de suplir la dimensión cotidiana de la vida humana experimentada a través de los sentidos, el espacio físico siempre va a poseer una relevancia incuestionable.

Aún en un futuro escenario hipotético, donde de “ciudadanos” (5) pasemos a ciber-habitantes, encerrados en pequeñas burbujas individuales, donde “virtualmente” desarrollemos nuestra vida sin mayor contacto con la sociedad y el entorno material, basta una ordenanza municipal que determine la construcción de una autopista de alta velocidad frente a nuestro apartamento; que por la negligencia de sus autoridades se suspenda el suministro de electricidad, o de recolección de basura; que ocurra una catástrofe (terremoto o inundación); y de pronto la ciudad, esa ciudad específica y ninguna otra, o el “desconocido espacio que nos rodea”, adquirirá una existencia y una relevancia imprevistas.

Notas:
1Baigorrí, Artemio: “Hacia la urbe global: ¿El fin de las jerarquías territoriales?”, Universidad de Extremadura, ensayo presentado al XIV Congreso Mundial de Sociología de la ISA, RC07 Future Research Session, Montreal, Julio 1998
2Cuadra, Álvaro: “De la ciudad letrada a la ciudad virtual”, LOM Ediciones, Santiago, 2003.
3Levy, Pierre: “Cibercultura”, Editorial Dolmen, Santiago, 2001.
4Castells, Manuel: “La divisoria digital: una perspectiva global / Los retos de la sociedad red”, en La galaxia Internet, Plaza y Janés, Barcelona, 2001.
5En el sentido clásico de la palabra que lo define como un miembro de una comunidad política vinculada a un territorio particular.

Imágenes
1.- Extracto de "autopista de la información de alta velocidad", hecho por Truelight9

2.- New Orleans bajo los efectos del Huracán Katrina. 2005.
3.- Crisis de la recolección de basura en Palermo, Italia.

12-08-2010

Bicentenario en Chile, ¿qué pasó con la promesa de futuro esplendor?

Por JcScG

Con motivo de la celebración de los 200 años transcurridos desde la constitución de la primera Junta de Gobierno en 1810, al alba del nuevo siglo, el estado chileno decidió recibir el bicentenario mostrando un "nuevo rostro" como país. Para ello en el año 2000 creó una comisión ad-hoc, cuya principal misión constituía elaborar “programas para canalizar y coordinar los esfuerzos que todos los sectores de la sociedad desarrollen en el marco de esta celebración”(1).

En la práctica, esto implicaba llevar adelante una serie de proyectos de intervención urbana que pretendían dar una "nueva imagen" a las principales ciudades del país, originalmente, Antofagasta, Valparaíso, Santiago, y Concepción, invitando a integrarse, con posterioridad, a las ciudades con más de 75 mil habitantes de las 15 regiones del país (2). La idea era dotar a los principales centros urbanos chilenos de nuevas obras de vialidad, edificios institucionales, parques y áreas verdes, rediseñando paseos peatonales, habilitando bordes ribereños, lacustres y marítimos.

Lejos de ser una apuesta conyuntural y puntual, el Proyecto Bicentenario constituía la representación concreta de un objetivo histórico en el espacio urbano, la promesa del desarrollo nacional. Algo así como la guinda de la torta. Como tal se enmarcaba dentro del proceso de profundas transformaciones económicas y sociales llevadas a cabo desde fines de los años '70s, que algunos han denominado "modernización neoliberal", y venía a simbolizar sus logros en proyectos de alto contenido simbólico. Los cuales serían realizados en lugares significativos del espacio público, sea remodelándolos o recuperando zonas sin utilizar.

Tal como rezaba la presentación de la comisión, la intención era remodelar la imagen urbana de las ciudades más importantes del país para comenzar los próximos 200 años de vida independiente con una infraestructura que refleje un franco camino hacia el desarrollo. En ese sentido, el presidente Lagos convocó al sector privado, a las municipalidades y a diversas personalidades, “conciente del significado profundo del Bicentenario de Chile, y con el anhelo de festejar este aniversario como ‘un país pleno y justamente desarrollado e integrado en nuestra diversidad."

Sin embargo, tal "convocatoria", se hizo sobre la base de la aparente inevitabilidad de los procesos económicos y culturales que implican la globalización; y por otro, del debilitamiento progresivo de la sociedad civil, y su perdida de poder de ingerencia en los asuntos públicos. Es decir, sin pensar en la posibilidad de formas alternativas de desarrollo, y para la gente, pero sin la gente.

De ello han pasado 10 años. En los primeros 4 años algunos proyectos emblemáticos vieron grandes avances. Con el tiempo comenzaron a integrarse proyectos no considerados (muchos históricamente rezagados) en un inicio y no siempre coherentes con los objetivos de la Comisión, pero aún asi los "lobbies" locales los impulsaban, pues la "categoría" bicentenario facilitaba la asignación de recursos. Además, cambiaron algunas prioridades, incluyéndose la construcción de una serie de Estadios de Fútbol y el abandono definitivo de obras faraónicas y poco sotenibles, como el puente sobre el canal de Chacao o el Teatro Pencopolitano de Concepción.

Luego la crisis financiera de 2008 vendría a mostar las debilidades del sistema económico mundial, desnudando la fragilidad del "exitoso" camino chileno al desarrollo, haciendo más visibles una serie de "inequidades" estruturales (pobreza, bajos salarios, desigualdad, marginalidad urbana). Todo lo cual nos alejó simbólicamente del futuro prometido en el año 2000, a pesar del optimismo de muchos por la incorporación de Chile en la OCDE.

El terremoto de febrero de 2010 no hizo más que confirmar, lo que resultaba ya evidente: el país puede ser más rico que 20 años atrás, pero está lejos de alcanzar el ansiado desarrollo. Así dadas las cosas, comenzó a cuestionarse el funcionamiento y el presupuesto asignado a la propia Comisión Bicentenario, atacándose uno de sus proyectos emblemáticos, la creación en Santiago del Portal Bicentenario en el antiguo aeropuerto Los Cerrillos, si que haya claridad sobre su futuro.

En la actualidad tenemos que a las puertas del bicentenario, muchas de las principales obras promovidas por la Comisión Bicentenario, nunca se realizaron, que varias otras no tuvieron el impacto esperado, y que los planes de transporte público que incluían (en especial el Transantiago y el Plan de Transporte Biovías) no fueron capaces de responder a las espectativas que se tenía de ellos. Así dadas las cosas, cabe preguntarse, ¿qué pasó con la representación simbólica, en el espacio público, de la promesa del desarrollo?,¿que pasó con los proyectos de las ciudades de regiones?, ¿expresan e su imagen urbana actual "un país pleno y justamente desarrollado e integrado en nuestra diversidad"?

Notas

1.- Presentación Comisión Bicentenario, año 2000.

2.- Hasta 2004 la Comisión Bicentenario impulsaba proyectos en: Arica, Iquique, Antofagasta, Calama, Copiapó, La Serena, Coquimbo, Ovalle, Con-Con, Viña del Mar, Valparaíso, Santiago, San Antonio, Rancagua, Curicó, Talca, Linares, Chillán, Tomé, Talcahuano, Concpeción, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Castro, Curaco de Vélez, Coyhaique y Punta Arenas.


Imágenes
1.- Logo Comisión Bicentenario.
2.- Plano del proyecto de Teatro Pencopolitano de Concepción.


Véase:

Tesis para optar el Grado de Magíster en Ciencias Sociales con Mención en Comunicación, de la Universidad ARCIS,
Estrategias comunicacionales del poder en el espacio público: La ciudad como medio de comunicación. El proyecto Bicentenario en Concepción".

09-08-2010

Concepción: una ciudad provisional

Por JcScG

Analizando la evolución histórica de Concepción, atravezando sus calles y conversando con su gente, rápidamente da la sensación que constituye una ciudad, en cierta medida, provisional. Es decir, que aún no termina de ser construida definitivamente. Dicho rasgo, aun siendo compartido con el grueso de las ciudades chilenas, es particularmente evidente en la capital de la Región del Bío-Bío, donde a pesar de sus 460 años de vida, su patrimonio construido es pobrísimo. Se reduce a un muro derruido del siglo XVIII, un puñado de edificios sobrevivientes del terremoto de 1939 y a las construcciones modernistas hechas en los 40's por la comisión de reconstrucción y auxilio. Todo lo demás nos habla de un presente permanente, de escaso valor histórico o arquitectónico, que bien podría ser reemplazado por cualquier otra construcción.

La principal razón de la falta de edificios patrimoniales son los terremotos, los cuales periódicamente han destruido la ciudad (en 1751, 1835, 1939, 1960 y 2010). Sin embargo, la explicación "natural" esconde una serie de decisiones y responsabilidades humanas que derivan del menosprecio y desconocimiento de la propia historia (1), las cuales han resultado tan dañinas como los propios desastres. Por ejemplo, la imposibilidad de encontrar trazos de la ciudades anteriores al siglo XVIII, se explica por la decisión de trasladar la ciudad, desde su antiguo emplazamiento(2) al actual, luego del terremoto de 1751. Del mismo modo, la decisión de demoler en lugar de restaurar los edificios dañados, explica la desaparición de las construcciones de valor histórico levantadas durante el auge económico de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, en el centro de la ciudad.

Estos factores, entemezclados con edificaciones inadecuadas para enfrentar estos fenómenos, más en un terreno arenoso y blando, fue configurando una forma especial en su gente, y sobre todo, en sus autoridades de relacionarse con el espacio urbano. Expresada en una permanente insatisfacción con un entorno nunca terminado de reconstruir. Como resultado de esto, la ciudad evidencia una virtual inexistencia de rastros que la vinculen con su pasado, haciendo de Concepción, en términos constructivos una ciudad nueva, que nunca ha alcanzado a completar un siglo en pie.

El correlato físico de tal inestabilidad simbólica, lo conforman construcciones que nos son capaces de resistir en pie el paso tiempo y materiales constructivos que requieren ser reemplazados por otros más sólidos y definitivos. Así, la respuesta encontrada para enfrentar la incertidumbre intrínseca a esta situación, fue en un comienzo derribar las constriucciones en adobe y madera, reemplazandolas por edificios en piedra o concreto; y luego, demoler las construcciones antiguas para dar espacio a edificios modernos, lo cuales una vez pasados de moda, pasan a ser ellos mismo objeto de una posible "reestructuración" o demolición (3). Creando involuntariamente un presente permanente, altamente híbrido.


Por ello, no resulta sorprendente que existan apenas tres Monumentos Nacionales, protegidos por Ley, dentro de la ciudad: a) el Palacio Castellón (1915 -1917), considerado como el edificio más antiguo en pie después del terremoto de 1939 y fue declarado Monumento Nacional recién en 1995, el cual es un fiel representante del neoclásico francés, con influencias de Art-Nouveau, fue destruido por la intervención de una tienda comercial; b) las ruinas del Muro perimetral del Convento de la Merced (es apenas un pequeño tramo que pasa casi inadvertido, ubicado en la calle Castellón, entre Maipú y Freire), construido entre los años 1770 y 1772, siendo el último vestigio aún en pie (pese a su paupérrimo estado de conservación) del primer diseño urbano en el nuevo emplazamiento; fue "marcado" para su demolición por la Municipalidad en 2010; y c) el Monumento del mausoleo de don José María de la Cruz, ubicado en el Cementerio General de Concepción y construido en 1879.


Notas:
1.- Durante los primeros años de la colonización española, Concepción llegó a disputarle a Santiago el rol de principal centro urbano, concentrando entidades, tales como: a) la Real Audiencia, instalada en 1565, suprimida en 1575 a causa de la Guerra de Arauco; b) El Ejército del Reino de Chile creado en 1603 para proteger la “frontera”, durante el reinado de Felipe III; c) el Obispado de La Imperial, instalado en Concepción luego de la destrucción de la ciudad; y d) la Pontificia Universidad Pencopolitana de La Concepción, creada por la Compañía de Jesús en 1724, funcionó hasta 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados del país.

2.- Concepción fue fundada en 1550 en la bahía de Penco, a unos 12 kilómetros del actual Concepción hacia la costa, lugar en el cual hoy se levanta la pequeña ciudad de Penco, sin que existan casi ninguna seña de la ciudad original. Salvo unos restos de un muro del fuerte La Planchada, construido en 1667.

3.- Tal como ocurrió con a Estación de Ferrocarriles, construida en 1941. O bien, con el Mercado (1940), cuyo estado de deterioro despierta muchos intereses por demolerlo (para hacer edificios en altura), en vez de remodelarlo. Del mismo modo, innumerables inmuebles de los años 40's, 50's y 60's sido demolidos en el centro y sus inmediaciones, para dar lugar a edificios de departamentos en altura, mofidicando radicalmente la imagen urbana y el skyline de la ciudad. Antes ya había ocurrido lo mismo con la Municipalidad (construida en 1920 y demolida en 1963) o con el Teatro Municipal (afectado por el terremoto de 1960 fue incendiado en 1973 y luego demolido) y la antigua Biblioteca de la Universidad de Concepción, terminada de destruir a partir de 1997.


Imágenes:
1.- Ruinas de la Iglesia Santo Domingo , construida en 1760 y destruida por el terremoto de 1835. En dicho lugar, en la actualidad se alza una iglesia construida en 1960.
2.- Antigua Catedral de Concepción, construida luego del terremoto de 1835, fue parcialmente dañada por el terremoto de 1939, siendo demolida.
3.-. Actual Catedral de Concepción, empezada a construir en 1940 fue terminada en 1964, resistiendo los terremotos de 1960 y 2010. Fuente: Foto, JcScG, 2001.

Véase:

* Palacio Castellón: actualmente en desmantelación. http://www.arqchile.cl/palacio_castellon.htm

*Mercado Central: el Gigante Olvidado. http://www.arqchile.cl/gigante_olvidado.htm
* Antigua Municipalidad. http://concehistorico.blogspot.com/2007/11/antigua-municipalidad-de-concepcion.html

Santa Cruz G., Juan Carlos, (2010) "Los proyectos urbanos en la construcción simbólica de la modernidad en Chile. Una relación entre modelo de desarrollo y proyectos urbanos", inédito, en estudio.

Santa Cruz G., Juan Carlos, (2005), “El espacio urbano como medio de comunicación. Mirada al Proyecto Bicenteario en Concepción”, en Urbano, año 8, vol 12, Universidad del Bío-Bío, Concepción - Chile.

07-08-2010

Historia: evolución histórica de la ciudad Latinoamericana (primera parte)

Por JcScG

La evolución histórica de las ciudades latinoamericanas es subdividible, al menos, en tres grandes períodos. Primero, el periodo conquista-colonia (s. XVI-XIX), donde se fundan y consolidan la mayor parte de los principales centros urbanos aún existentes, sobre la base de la cuadícula española y la dependencia de las actividades agícolas y minero extractivas.

Segundo, el de la ciudad nacional (s.XIX-XX), correspondiente al surgimiento y consolidación de los estados nacionales, que implica un proyecto histórico de modernización en oposición al "atraso" de la sociedad colonial y pos-colonial. Este periodo se caracteriza por la explosiva expansión de las ciudades, por la constante migración del campo a la ciudad, por la presencia de una considerable inmigración extranjera (al menos hasta la crisis de 1929) en especial en la zona del río de La Plata y la región sur de Brasil; así como por una cierta industrialización, una fuerte ingerencia del Estado en la planificación y una relativa "cosmopolitización" de los estilos de vida en las capitales, que sirvió como agente de modernización y de homogeneización cultural.

Tercero, el período de la ciudad globlalizada (s.XX-XXI), surgida a partir de la crisis y restructuración del capitalismo mundial de fines de los 60's y comienzos de los 70's, como consecuencia de las transformaciones económicas, políticas y sociales que se llevaron a cabo para hacer frente a la "crisis urbana" de las grandes metrópolis latinoamericanas de los años 80's. Tiene al mercado como el agente principal de transformación del territorio, dada la reducción del tamaño del Estado y la privatización de los servicios básicos (agua, electricidad, gas, teléfono), como consecuencia de las políticas de austeridad impulsadas por el FMI y el BM. Se caracteriza por el crecimiento descontrolado, la dispersión espacial, la fragmentación social, la relativa privatización de los espacios públicos y la revalorización del patrimonio histórico del centro de las ciudades.

Al respecto José Luis Romero ofrece una división histórica de las ciudades en América Latina, bastante más rica y detallada, aunque en su caso abarca solo hasta 1976, no incluyendo los procesos de globalización que han experimentado las ciudades latinoamericanas desde entonces. De acuerdo a Romero, encontramos: a) "Ciudades hidalgas", b) "Ciudades criollas", c) "Ciudades patricias", d) "Ciudades burguesas", e) "Ciudades masificadas" (1). A las cuales, podrían sumarse, las "ciudades globalizadas".


Imágenes:
1.- Plano de Santiago del siglo XVI. Fuente: DIBAM, Memoria Chilena, www.memoriachilena.cl
2.- Estación Generadora de Energía Eléctrica "Mapocho", Santiago de Chile, ubicada entre las calles Almirante Barroso y Balmaceda. Fuente: Archivo Chilectra.


Notas.
1.- José Luis Romero (2001), "Latinoamerica. Las ciudades y las ideas", Siglo XXI, Buenos Aires.

04-08-2010

Táranto: ciudad a la espera (segunda parte)

Por JcScG

Se accede a la isla(1) por el puente de Porta Napoli el cual desemboca en la plaza Fontana: de origen bizantino, fue víctima de una triste intervención en acero para recordar la industrialización de la ciudad. Desde ahí es posible adentrarse en las estrechas callejuelas del tejido urbano de la "Ciudad Vieja", o bien, ir hacia el "lungomare" (costanera), que rodea la isla, para salir de ella velozmente.

Si bien la ciudad histórica es fascinante, no es lo que esperábamos, entre varias razones, porque se sabía que el ára había sido objeto de programas de recualificación urbana. Sin embargo, no es simple identificar el éxito de tales intervenciones, más allá de alguna señalética, fachada, veredas restauradas o algún museo u oficina cerrada. Más que nada, son evidentes los signos del deterioro y el abandono.

Esta sensación de abandono, o de suspensión temporal, no hace más que reafirmarse a medida que uno se adentra en los pasajes y callejuelas de la ciudad. Hacia el sur, se deja la isla atravesando el puente giratorio(2), con el castillo aragonés(3) a la derecha y el "mar piccolo" a la izquierda, para entrar al "borgo nuovo".

Con un aire provinciano, un ritmo lento, calles más amplias y limpias, y una ordenada arquitectura de fines del siglo XIX y comienzos del XX, vendría a ser el verdadero corazón de la ciudad, donde es posible ver una vida urbana de acuerdo a cánones "normales", con flujos de personas de diverso tipo, con un tráfico moderado de automóviles y transporte público, comercio, negocios abiertos, vitrinas arregladas, algunos cafés y restaurantes, como si Taranto fuese una ciudad como muchas otras. Pero no lo es.

En la ribera opuesta del mar piccolo, la situación es muy diferente. Extendiéndose justo sobre los márgenes de los establecimientos industriales, la vida en los barrios Tamburi y Porta di Napoli se desenvuelve, literalmente, bajo la pestilencia de la siderúrgica y tienen bien poco que envidiarles los sectores periféricos de cualquier otro lugar. Si bien, no hay "poblaciones callampas(4)", la degradación física y social está ampliamente difundida y el ambiente está muy contaminado. Las calles despobladas, la ausencia de negocios comerciales, edificios y apartamentos con las ventanas cerradas, todo cubierto de un fino polvo rojizo, confuguran un cuadro un poco angustiante. Yendo hacia el este, el panorama si bien cambia, no mejora demasiado.

Recorriendo cerca de 6 km hacia el este se llega al viale Cannata en la cirunscripción Paolo VI. El barrio fue construido para alojar a los trabajadores de la siderúrgica en los años 60s, en un área rural de matorrales (maquia mediterránea), y constituye uno de los límites de la ciudad. El barrio se extiende fragmentariamente por cerca de 5 mil hectáreas, y se caracteriza por sus grandes edificios de apartamentos emplazados de modo disperso, entre grandes espacios residuales vacíos, vinculados por medio de grandes calles y avenidas, pero carentes de espacioo públicos funcionales, servicios y mobiliario urbanos suficientes. De hecho, aun cuando es una tarde de día lavorativo de marzo, no se ve a casi nadie en las calles, menos aún en los intersticios vacíos entre los edificios; y las ventanas permanecen cerradas para hacer frente al humo de las chimeneas.

Fotos: JcScG, marzo 2010.
1.- Piazza Fontana, isla de "Borgo Antico".
2.- Barrio Paolo VI.



Notas:
1.- La isla corresponde al centro histórico de la ciudad, el cual constituía toda la ciudad hacia mediados del siglo XIX.

2.- Orgullo de la ingeniera tarantina de fines de siglo XIX, fue construido para permitir el paso de naves de guerra desde el golfo de Taranto al fondeadero del mar piccolo.

3.- Fue mandado a construir por Fernando II de Aragón en el siglo XV sobre una fortaleza bizantina del siglo X.

4.- Nombre dado en Chile, a lo que en italiano son baraccopoli, chabolas en España, villas miserias en Argentina, etc.

03-08-2010

Táranto: ciudad a la espera (primera parte)

Provoca un extraño efecto llegar a Táranto por primera vez. No se comprende bien si se está yendo hacia los márgenes olvidados del "mundo desarrollado", o se está retrocediendo a los años '80. Como sea, los signos de recesión económica, pobreza, conflictos sociales y degradación urbana, son a estas alturas, evidentes; tal como es evidente la contaminación, su efecto más conocido. Al punto, que llama la atención la semejanza, en ciertos aspectos, con algunas realidades de "desarrollismo" fallido en el Cono Sur o de abandono industrial en Europa del Este.

La ciudad, ubicada en el Mar Jónico, parece más lejana de lo que verdaderamente está. Hacen falta unas 7 u 8 horas para recorrer los 515 km que la separan de Roma. Ya desde el arribo a la ciudad se siente una sensación particular de aislamiento, no sólo geografico, con las regiones del centro-norte de Italia y del eje "adriatico-pugliese" (la Autopista finaliza 20 km antes de llegar a la ciudad); sino también, en sentido temporal, como si este lugar viviese suspendido en una espera permanente. En espera que ocurra alguna cosa que cambie el sentido de las cosas, pero que no sucede nunca.

La primera imagen que deja Taranto, es la de una ciudad atrapada, cercada ente los "mares"(1) y los establecimientos industriales. Justo antes de llegar a la ciudad se pasa bajo las cintas transportadoras de "material" de la siderúrgica(2), con el puerto industrial a un lado y la refinería de petróleo y la planta siderúrgica al otro. Luego aparecen las primeras casas y los primeros signos de vida urbana, hasta llegar a la Estación de Trenes en la zona de Porta di Napoli, a pocos pasos del barrio Tamburi y la isla de la Ciudad Vieja.

El centro histórico, construido en la isla que separa el mar piccolo del mar jónico, es un "diamante en bruto", sometido a un fuerte deterioro tras décadas de abandono. Esta área, muestra una gran riqueza arquitectónica que remonta a diversas épocas, relatando historias del paso diferentes pueblos(3), siendo toda la ciudad hasta las últimas décadas del siglo XIX, cuando fue instalado el Arsenal Militar y se construyó la zona de Borgo Nuovo (en tierra firme al sur de la isla) dada la sobrepoblación de la ciudad; y al mismo tiempo, evidencia los efectos del despoblamiento de los años 60 en adelante. Es decir, la disminución del número de residentes y de actividades productivas . Si hacia fines del siglo XIX habitaban en el centro histórico 30.000 personas, hoy en día no lo hacen más de 4.000.

... continuará

Notas:

1.- La ciudad de Táranto se caracteriza por la presencia de dos estrechas entradas de mar (canales), con una isla al medio (donde está el centro histórico) que forma un pequeño mar interior, denominado mar piccolo, en contra posición del mar grande, que es el golfo de Táranto.

2.- Construida por el estado italiano entre los años 1958 y 1964, como parte de la política de polos de desarrollo que debía industrializar el sur del país, su tamaño fue duplicado en 1971 llegando a tener más de 20 mil trabajadores. En la actualidad ocupa a poco más de 12 mil personas, y es la mayor fuente de contaminación de la ciudad, siendo responsable del 98% de las dioxinas, el 85% del plomo y el 63% del mercurio, producidas en Italia, entre muchos otros contaminantes. Transformandoa Táranto la ciudad en la que presenta las mayores tasas de cáncer del país.

3.- Fundada en el siglo VIII a.c. por los griegos, fue conquistada por romanos, lombardos, bizantinos, normandos, sarracenos, suevos, franceses, aragoneses, bajo la permanente amenazas de turcos y venecianos, pasando luego a formar parte del Reino de Nápoles y después del Reino de las Dos Sicilias, hasta la unificación italiana en 1861.


Foto: JcScG, marzo 2010.
Plano: Presidenza della Regione Puglia

* Original en italiano, en "
Urbanística Tre", sección Opiniones, mayo 2010, revista on-line del Departamento de Estudios Urbano (DipSU), de la Università Roma Tre, Italia.

02-08-2010

Apuntes n°1 (sobre la naturaleza de la ciudad)

Por JcScG
La naturaleza de las ciudades

Se tiende a pensar a las ciudades contemporáneas como si fuesen el medio ambiente natural de las sociedades modernas, fruto de la evolución cultural de los seres humanos. Es decir, como un continuo inevitable y espontáneo. Según ciertos teóricos de principios del siglo XX, la ciudad constituía "el hábitat del hombre civilizado", el cual básicamente representaría un "área cultural", un espacio fruto de la naturaleza humana que permitiría el desarrollo de la sociedad y la "civilización" del ser humano, en palabras de Robert Park.

Sin embargo, los últimos 40 años han mostrado que si bien existe una fuerte relación entre las transformaciones económicas, las políticas que influencian y los efectos territoriales que generan, permitiendo vincular los ciclos económicos a algunas de las grandes transformaciones sufridas por las ciudades desde el siglo XIX, esta relación no es de tipo evolutivo. Muy por el contrario, dichos vínculos no son lineales ni mecánicos, sino asincrónicos y sus resultados muchas veces contradictorios e involutivos.

Desde una visión "mecanicista", en tanto metáfora de la evolución cultural1, la ciudad tendía a representar lo moderno, el sitio donde se desarrollaba la vanguardia de la humanidad, se implementaban los adelantos tecnológicos y donde las sociedades podían modelarse así mismas2 . Sin embargo, desde los años 60s, a raíz del agotamiento de los modelos de planificación keyneasiana, en especial con la crisis de las ciudades industriales, el optimismo de estas visiones fue dando lugar a posiciones "anti urbanas" en el mundo desarrollado. Posiciones que fueron progresivamente "contaminando" el débate con respecto a las ciudades en América Latina, al hacerse evidentes los efectos de la "crisis urbana" en la mayor parte de las capitales y metrópolis latinoamericanas en los años 80s.

Así dadas las cosas, no cabe más posibilidad que concebir históricamente la ciudad como un hecho artificial, surgido en un momento determinado, de acuerdo a ciertas condiciones que la hicieron posible y necesaria; y no como un indicador de evolución cultural. De hecho, su desarrollo histórico, social y morfológico, responde a situaciones históricas específicas, a contextos económicos determinados y no representa, necesariamente, la “naturaleza” de la evolución cultural de la sociedad.

2010

Notas:

1 De acuerdo a la visión desarrollada por Spengler a comienzos del siglo XX, la ciudad es un producto cultural que a su vez posee una cultura propia, en palabras suyas: ''lo que la casa es para el campesino, la ciudad lo es para el hombre civilizado” (Spengler, 1998)

2 Señalaba Robert Park, que mientras las ciudades antiguas eran en primer lugar una fortaleza, un refugio en tiempo de guerra; las ciudades modernas, al contrario, son en primer lugar centros comerciales y deben su existencia al mercado en torno al cual surgieron.


Imagen:

Pintura de Tullio Crali (1939) “Incuneandosi nell’abitato (In tuffo sulla città)"


Referencias:

Park, Robert E. ed alt. (1999), “La città”, Edizioni di comunità, Turín

Spengler, Oswald, (1998), “La decadencia de Occidente: Bosquejo de una morfología de la historia

universal”, Espasa Calpe, Madrid.


01-08-2010

Palabras de entrada, a modo de introducción

Existe en Chile, y no sólo en Chile, una tendencia a pensar que el urbanismo y la planificación urbana, es una cosa de arquitectos, pues el "urbanismo" como disciplina se enseña en las escuelas de Arquitectura. Ellos mismos, en palabras del presidente de su gremio, se arrogan el rol de ser quienes construyen y dan forma a las ciudades (o deberían). Aun cuando, buena parte de ellos, de problemas sociales, políticas públicas, trasformaciones culturales, historia, economía, suministro energético, ingeniería o de sistemas de transporte público, sepan bien poco.

Paralelamente, existe una tendencia no menor, en las ciencias sociales (en especial en la sociología), a hablar y abusar de conceptos como espacio público, ciudadanía, marginalidad urbana, entre otros, haciendo uso de todo un arsenal retórico, que en el mejor de los casos tan solo logra describir acertadamente las transformaciones culturales en curso. Pero que rara vez hace alusión a contextos urbanos específicos o a espacios concretos. Como si lo relevante de la ciudad fuesen tan solo sus aspectos políticos, sociales y culturales.

En medio de ambos frentes, que suelen ignorarse cómodamente, una serie de fenómenos y procesos históricos, demográficos, sociales, culturales y económicos siguen dando forma a las ciudades. Éstas siguen mutando, sus conflictos se siguen reproduciendo, y en muchos casos su patrimonio se sigue perdiendo. La ausencia de planificación (y de débate) permite seguir repitiendo, en las grandes ciudades de regiones (Puerto Montt, Temuco, Concepción, Talca, Valparaíso, La Serena, Antofagasta, Iquique, etc.) algunos errores que dieron origen a grandes males en la capital chilena.

Quizás los únicos que han sabido aprovechar este estado de cosas son los agentes económicos (inmobiliarias y grandes centros comerciales), que son finalemente quienes mayormente impactan en la transformación física de las ciudades, más allá de la retórica de "círculos académicos" esporádicos e inarticulados. Los cuales legítimamente buscan un beneficio económico, aun en perjuicio de las propias ciudades.

A este punto resulta lógico preguntarse, ¿quién son los responsables de diseñar políticas para la planificación de las ciudades?, ¿dónde se piensa la ciudad?, ¿quien gobierna - en la práctica - la ciudad?, sin pretender dar respuestas a estas interrogantes, los invito a reflexionar. Las puertas están abiertas.


Juan Carlos Santa Cruz Grau
agosto - 2010