01-08-2010

Palabras de entrada, a modo de introducción

Existe en Chile, y no sólo en Chile, una tendencia a pensar que el urbanismo y la planificación urbana, es una cosa de arquitectos, pues el "urbanismo" como disciplina se enseña en las escuelas de Arquitectura. Ellos mismos, en palabras del presidente de su gremio, se arrogan el rol de ser quienes construyen y dan forma a las ciudades (o deberían). Aun cuando, buena parte de ellos, de problemas sociales, políticas públicas, trasformaciones culturales, historia, economía, suministro energético, ingeniería o de sistemas de transporte público, sepan bien poco.

Paralelamente, existe una tendencia no menor, en las ciencias sociales (en especial en la sociología), a hablar y abusar de conceptos como espacio público, ciudadanía, marginalidad urbana, entre otros, haciendo uso de todo un arsenal retórico, que en el mejor de los casos tan solo logra describir acertadamente las transformaciones culturales en curso. Pero que rara vez hace alusión a contextos urbanos específicos o a espacios concretos. Como si lo relevante de la ciudad fuesen tan solo sus aspectos políticos, sociales y culturales.

En medio de ambos frentes, que suelen ignorarse cómodamente, una serie de fenómenos y procesos históricos, demográficos, sociales, culturales y económicos siguen dando forma a las ciudades. Éstas siguen mutando, sus conflictos se siguen reproduciendo, y en muchos casos su patrimonio se sigue perdiendo. La ausencia de planificación (y de débate) permite seguir repitiendo, en las grandes ciudades de regiones (Puerto Montt, Temuco, Concepción, Talca, Valparaíso, La Serena, Antofagasta, Iquique, etc.) algunos errores que dieron origen a grandes males en la capital chilena.

Quizás los únicos que han sabido aprovechar este estado de cosas son los agentes económicos (inmobiliarias y grandes centros comerciales), que son finalemente quienes mayormente impactan en la transformación física de las ciudades, más allá de la retórica de "círculos académicos" esporádicos e inarticulados. Los cuales legítimamente buscan un beneficio económico, aun en perjuicio de las propias ciudades.

A este punto resulta lógico preguntarse, ¿quién son los responsables de diseñar políticas para la planificación de las ciudades?, ¿dónde se piensa la ciudad?, ¿quien gobierna - en la práctica - la ciudad?, sin pretender dar respuestas a estas interrogantes, los invito a reflexionar. Las puertas están abiertas.


Juan Carlos Santa Cruz Grau
agosto - 2010

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